Querida clase del Sr. Benítez,
Escribo estas notas con esa
mezcla extraña de sentimientos entre triste y feliz, teñidos a la vez con un
poco también de melancolía. Triste por tener que abandonarte, pero inmensamente
feliz por saber que vuelvo a mi casa, a mi país (y sí, mi país es tanto
Cataluña como España, yo no soy capaz de decidir cuál es mejor, ni tampoco
quiero ni me interesa lo más mínimo).
He decidido dedicarte esta última
entrada de mi blog en Estados Unidos porque tú has sido la principal razón de
haber querido vivir esta aventura. Porque dejando a un lado los viajes
realizados y los amigos hechos (que no han sido moco de pavo, ni los primeros
ni los segundos), tú has sido el eje regulador de mi vida estos tres últimos
años.
Me viene ahora a la memoria mi
primer año contigo, en esa clase tan amplia y grande en espacio pero tan vacía
en dedicación, educación y respeto del alumnado. Fue un año muy duro aquel en
la rural población de Siler City, pero de todo se aprende, y fuiste tú la que
me dio la oportunidad para venir a enseñar a Estados Unidos. Como dice una de
esas canciones “baratas” que sonaban por aquí entonces, What doesn´t kill you make you stronger. Contigo viví esos
increíbles primeros meses en los que todo me parecía atractivo, otro mundo en
el que cada día y cada hora descubría algo nuevo que me sorprendía. Además,
contigo, clase del primer año en Estados Unidos, me vi forzado a usar inglés a
diario, lo cual me ayudó a desenvolverme con mucha fluidez este idioma, un
idioma que ya me acompañará para siempre. Por todo esto, y a pesar de nuestros
altibajos, te doy las gracias.
El segundo año contigo fue mucho
mejor y, como dicen por aquí, “smoother”. Nunca se me olvidarán las intensas
primeras semanas de trabajar 14 horas al día y el conocer al increíble alumnado
de Collinswood en la ciudad de Charlotte. Contigo, clase del segundo año,
aunque estabas en un módulo prefabricado en el exterior del colegio, volví a
sentir esa sensación que me pone la piel de gallina cuando estoy enseñando a un
grupo de estudiantes interesados, motivados y educados, y me doy cuenta, por
sus expresiones faciales, que los tengo en ese momento, que los estudiantes son
míos por unos minutos gracias al conocimiento y discusiones desarrolladas en
clase. Durante ese segundo año vivimos, analizamos y debatimos la explosión de
la Primavera Árabe en los países de Oriente Medio y del Norte de África, algo
que quedará en los libros de historia para la posteridad.
Y qué decir del tercer año
contigo, todavía te superaste conmigo. Un año en el que además me has permitido
aprender mucho sobre Historia de Estados Unidos y de Carolina del Norte (la
asignatura que daba a los alumnos de Octavo) y en el que he disfrutado como un
animal enseñando Historia del Mundo Moderna y Contemporánea a los alumnos de
Séptimo (desde 1492 hasta la actualidad). Este tercer curso hemos vivido las
elecciones presidenciales en las que Obama salió reelegido para un segundo
mandato, y analizamos pormenorizadamente con los estudiantes el peculiar
proceso electoral norteamericano, las enmiendas a la Constitución (sí, también
la maldita 2ª Enmienda que tú bien sabes que detesto). Contigo este tercer año
me obligué a superarme, a exigirme cada día lo máximo, a actualizarme
constantemente, a no caer en la rutina monótona para no aburrir a los
estudiantes, creando así multitud de actividades grupales, lúdicas, de
pensamiento crítico, de solidaridad, humorísticas… Todo esto me lo llevo
conmigo para ver si algún día mi propio país u otro de Europa me da la
oportunidad de seguir aplicándolo y seguir creciendo y creando nuevas y
apasionantes actividades.
Clase del Sr. Benítez, quizás tú
no lo sabes, pero desde que tengo uso de razón he querido conocerte y pasar mi
vida contigo. Pregúntales a las personas que me conocen desde pequeño (esas
personas a las que tanto he echado de menos estos últimos tres años y por las
que cuando pensaba en ellas se me hacía un nudo en la garganta desde la inmensa
distancia) y te lo podrán confirmar. Así que te pido un último favor, a riesgo
de abusar de tu extrema generosidad conmigo estos tres años, y es que le digas
a alguna compañera tuya en España (no importa el lugar) que quiera pasar los
próximos años conmigo. Prometo que no le voy a fallar, y que voy a hacerle
sentir orgullosa de trabajar conmigo. Explícale, por favor, lo felices que
venían los alumnos a tu interior. Sé que es difícil lo que pido, pero estoy
seguro de que después de nuestra relación estos tres últimos años, tú puedes
ayudarme mucho.
Muchas gracias. Te llevaré
siempre en mi corazón. Y puedes estar seguro de que jamás te olvidaré.
Atentamente,
Paco
PD: Por cierto, querida clase del
Sr. Benítez, ya sabes que todo lo que hemos vivido estos tres últimos años no
hubiera sido posible si ella no me hubiera acompañado durante el camino:
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