Queridos todos,
Hace tiempo que no me actualizo
en el blog, y hoy que tengo la tarde libre me he decidido a escribir un poco
todo lo que me va pasando por la cabeza últimamente, así como una descripción
de cómo nos van las cosas ahora mismo por Charlotte.
Lo primero, anunciar oficialmente
que vamos a estar un tercer año en tierras norteamericanas. Después de darle
muchísimas vueltas, he decidido renovar mi contrato con el VIF durante un año
más. En este caso soy como Guardiola, no me gusta firmar contratos más largos
por si pierdo esa ilusión, por si no me veo con fuerzas para seguir. Es muy
probable que por el mes de noviembre o diciembre del curso que viene, otra vez
emulando al maestro Pep, le comunique a mi junta directiva (véase Directora)
que mi tiempo como profesor en EE.UU. está llegando a su fin. Dejaré entonces
al Tito Vilanova de turno que ocupe mi lugar, que a buen seguro no será tan
añorado e incluso llorado por la afición barcelonista (véase alumnos). La única
diferencia con el nen de Santpedor será que él habrá aguantado un año más que
yo.
Supongo que habéis notado que
siempre que escribo una entrada en este blog acostumbro a contar las semanas
que me quedan para volver (bueno, ahora semanas; antes eran meses). Eso puede
dar a pensar que aquí sufro y no estoy bien, cuando ése no es el caso. Lo que
siento, o mejor dicho sentimos, es esa añoranza que sólo la puede entender el
que ha vivido lejos de sus raíces durante una larga temporada. Uno está bien, y
por eso decide seguir un poco más cumpliendo su sueño de infancia, pero como
una vez escuché decir a un futbolista argentino que jugaba en Europa (ahora no
recuerdo quién era, pero no era el extraterrestre de Messi), “cuando uno está
lejos de su tierra ché, uno añora hasta las baldosas del suelo de su calle…”.
Creo que esta cita tan poco elitista es lo suficientemente gráfica.
Pues sí, como el título de esta
entrada refleja, me quedan justamente 6 semanas; un lunes como hoy en 6 semanas
cogemos el avión que nos llevará a vivir otro verano increíble en CASA. El
curso este año se me ha pasado todavía más rápido que el anterior. Con los que
hablamos más a menudo ya saben que la escuela de este año es mucho mejor que la
del año pasado, especialmente en cuanto a disciplina. Sin embargo, el año
pasado a las 3:00 de la tarde estaba en casa, cuando este año llegamos a las
5:00 de la tarde. El tiempo que tenemos libre es para cocinar la comida del día
siguiente (porque la comida de la escuela no es apta para europeos o personas
que respetan su propia salud) y hacer la cena. Después de esto, y de la
cervecita o copita de vino de rigor, se nos cierran los ojos como por arte de
magia intentando ver algún programa de la tele para practicar el listening en inglés. Así han
transcurrido los días entre semana de este curso, mientras el fin de semana lo
pasamos visitando los diferentes restaurantes de Charlotte, leyendo,
compartiendo momentos con los colleagues, viendo series yanquis, y yo, claro
está, viendo fútbol. Pero ya os digo, todo esto lo estoy haciendo mientras
cumplo mi sueño, y sintiendo esa sensación que no soy capaz de describir pero
que me llena y me eriza la piel mientras estoy dando clase y “los tengo”.
Además, el curso que viene voy a dar “Historia de EE.UU. y de Carolina del
Norte” en 8º Curso, con lo cual estoy contento porque creo que voy a aprender
más cosas yo preparando las clases que ellos (que ya deben saber muchas cosas
de cursos anteriores). Me estoy mentalizando para dejar a un lado la pasión
cuando me toque explicar temas controvertidos del currículum como las Guerras
(Vietnam, Irak…) y las relaciones internacionales actuales (relación amistosa
con Israel y Arabia Saudí). Veremos si lo consigo…
Siempre que hablo con vosotros o
leo la prensa de allí, se quitan las ganas de volver. Voy siguiendo las
noticias y veo que cada día se introduce una medida de austeridad más austera
aún (valga la redundancia). Pero en fin, que le vamos a hacer, algún día habrá
que volver, ¿no? ¿Qué creéis? ¿Podemos confiar en Hollande? Ya veremos, pero
por lo menos viene bien un poco de brisa izquierdosa en medio del desierto “caralsoloso”
europeo…
Y cambiando de tema, pasado mañana
es el gran día. El Atleti se enfrenta al gran Athletic de Bielsa en Bucarest en
la final de la Europa League (recordemos, que no está de más, que mi Atleti
(sin hache ni c) ya tiene una en sus vitrinas). Por diferencia horaria no
llegaba a tiempo a casa para ver el partido, pues como he apuntado antes
normalmente llego a las 17:00 horas (23:00 horas en España), así que me he
cogido medio día de mis días anuales a los que tengo derecho por enfermedad
para no perderme ni siquiera nada de la previa. Calculo que sobre las 19:00
horas en España ya estaré sentado en mi sofá. Me podría poner ahora a explicar
las razones de coger un día de fiesta por un motivo tan banal, pero a los que
me entienden no hace falta que les dé razones, mientras que a los que no lo
entienden por mucho que diga jamás lo van a comprender. Mentiría si os digo que
como la final es contra el Bilbao, los cuales caen bien, para que nos vamos a
engañar (son un ejemplo de casta continua) no me va a doler tanto la derrota.
La derrota dolerá igual, aunque eso sí, iría acompañada de una pequeña alegría
por los bilbaínos. La única putada es que la derrota me la comería en la más
absoluta de las soledades, pues si bien ya es difícil encontrar un colchonero
en Cataluña, podéis imaginar que en Charlotte todavía es más complicado, aunque
parezca mentira (eso sí, merengues y culés los hay a porrones hasta por aquí).
Estaré yo, la televisión con ESPN encendida, y el iPhone conectado para sentirme
de algún modo más arropado, e ir conectando vía Skype con el Frente Atlético
desplazado hasta el Bar Coral (u otro local social de igual calado) integrado
por Moncho y Juanma Paraíso y acompañado por no sé todavía quién más.
Nada más gente, voy a pasar ya a
contar el tiempo en días. Exactamente quedan sólo 42 días (41 para vosotros que
debéis estar ya durmiendo en España). Tic, tac, tic, tac…
Esta experiencia de vivir todo
esto durante esta etapa de mi vida me está enseñando mucho, y de alguna manera me
ha cambiado. Me he convertido en una persona con mucha más serenidad, y eso
creo que me ayudará cuando vuelva a España y no encuentre trabajo; me ayudará
por lo menos para no tener esa maldita ansiedad que me estuvo a punto de
acechar en España por llevar toda la vida persiguiendo y luchando por un sueño
que jamás llegaba. Todo esta experiencia, y noticias un poco tristes que han
ocurrido en España durante mi estancia aquí, me ha hecho ver, como dice la
letra de la canción de Eddie Vedder de la banda sonora de la película “Hacia
tierras salvajes” (“Into the Wild”), que:
When you want more than you have
You think you need...
And when you think more than you want
Your thoughts begin to bleed
You think you need...
And when you think more than you want
Your thoughts begin to bleed
He aprendido a no querer más de
lo que tengo (porque no me puedo quejar), ni a pensar más de la cuenta… And remember, "happinness is only real when it is shared"...
Nada más familia. Os quiero un
montón.
Un abrazo grande,
Paco