domingo, 1 de mayo de 2011

Outer Banks (Spring Break)

Hola gente,

Me dispongo a escribir otro capítulo de nuestras vidas por tierras americanas, un capítulo en el que espero poder transmitir algunas de las interesantes cosas que hemos aprendido y sentido durante nuestra visita a los Outer Banks, en la costa de Carolina del Norte, una barrera de islas que hay en frente de la costa del continente y que están cargadas de historia.


Nuestro viaje empezó pasando puentes y puentes que están construídos para ir de isla en isla en coche sobre el océano Atlántico, aquí una muestra:

Y tras cuatro horas de coche desde la localidad de Siler City (en el centro del estado de NC) llegamos a la localidad de Kill Devil Hills (en la isla de Bondie), donde teníamos el hotel y en el que durante dos días disfrutamos de playa y de "la dulzura de no hacer nada" (el hotel estaba tocando a la arena):

Así, después de cargar pilas nos decidimos a dedicar los otros dos días, a visitar el resto de islas y su historia y espectáculo natural. Empezamos en el lugar donde se produjo el primer vuelo a motor de la historia el día 17 de diciembre del año 1903, el Memorial a los hermanos Wright (por ello en las matrículas de NC pone la leyenda "First in Flight"). Un "museo-memorial" que estaba situado justo detrás del hotel donde pernoctamos:


Los señores Orville y Wilbur Wright eran de Ohio, pero eligieron este lugar porque era idóneo debido a que existía una pequeña colina donde poder coger carrerrilla y velocidad a su aeroplano, y por el fuerte viento que sopla durante todo el año. Después de años de investigación y de intentos, consiguieron pasar a la historia como los pioneros de la aviación.

Al siguiente día cogimos el coche y exploramos el resto de islas, comenzando por la isla Hatteras, al sur de la isla Bondie, en la que empezamos el viaje. Esta isla alberga la punta más oriental de Estados Unidos, y se podría decir que en este lugar, donde está el faro más alto del mundo, en el Cabo Hatteras, es donde más cerca de España he estado desde que aterricé en este país por allá el 23 de agosto de 2010:

Sí amigos, tuve los bemoles necesarios para retar a mi vértigo y subir a lo alto del faro. No me podía perder el espectáculo que se divisaba desde allí arriba, con toda la línea de costa rodeada de terrenos pantanosos. Eso sí, fijáos con qué fuerza estoy agarrado a la barandilla... (por cierto, la de arriba es Anna, que con el aire no se le ve la cara).

Finalizamos ese día con la visita a la isla de Ocracoke, más al sur de la isla de Hatteras, el tesoro, a mi modo de ver, de los Outer Banks. Una isla que tiene 12 millas de largo, y no más de 200 metros de ancho, que es un espectáculo natural, y como diría aquel, "tú allí no verá un edificio ni ná, una playa virguen". Para acceder a la isla de Ocracoke se necesita coger un ferry (es la única a la cual no se puede acceder vía puente), y debido a este aislamiento total allí se conserva una especie de dialecto regional propio y una raza de auténticos "Mustangs", caballos descendientes de los que llevaron los conquistadores españoles en el siglo XVI. Además, hay un núcleo poblacional de pescadores, hoy día montado en plan turístico, pero que tiene un encanto especial (Ocracoke Village), con un faro que aunque no tan alto como el de Hatteras, tiene mucho encanto y es el más antiguo de todo Estados Unidos. Os muestro las imágenes, que hablan por sí solas:

Para acabar, el último día lo dedicamos a visitar la población de Manteo, en la isla de Roanoke (la isla más pequeña), al oeste de Kill Devil Hills. Esta isla alberga un pequeño puerto de pescadores con mucho encanto y un museo y centro de interpretación sobre la población indígena que vivía allí a la llegada de los conquistadores ingleses, los cuales establecieron el primer asentamiento de su historia en América en este mismo lugar. En el museo se explicaban otras cosas de la historia de todos los Outer Banks, como que esta zona es conocida como "The graveyard of the Atlantico" (el cementerio del Atlántico) por los muchos naufragios que ha habido a lo largo de los siglos, tierra de piratas y corsarios, tierra de pescadores, de turismo...


Nada más. Sólo espero que estos cuatro días por tierras de piratas, de indianos, de pescadores y de surferos me hayan servido para recargar pilas y acabar bien estas últimas 6 semanas de curso escolar que me quedan. Luego ya la vuelta a España, una vuelta que se antoja muy dulce.

Un besazo,
Paco